LOS PRIMEROS AÑOS DE ESCOLARIDAD DEL NIÑO CIEGO.



En la educación del niño ciego debe haber un profundo respeto por él, considerando sus intereses y necesidades, como sus características individuales de personalidad. La Educación de Ciegos requiere ser personalizada. La presencia de los padres es indispensable, sobre todo en los primeros años, a lo menos hasta el tercero Básico. Ellos necesitan tanto como el niño ser enseñados en como estimular mejor su desarrollo; es conveniente que ellos refuercen con Actividades de la Vida Diaria en el hogar. Es bueno que se permita a los papás asistir a las clases de los niños, como observadores, durante esos años.

La Orientación y Movilidad durante esos primeros años se reduce a técnicas de Pre-bastón en lugares conocidos y desconocidos. El uso del bastón propiamente tal comienza entre los 10 y 11 años. También el niño debe desarrollar una capacidad de abordaje social en caso de cualquier cambio espacial. Se deberá fomentar la valentía y creatividad para resolver problemas imprevistos, en relación a la movilidad.

En el trabajo previo o paralelo a la integración, en un Centro o Unidad de Integración, es recomendable una cantidad no mayor de cinco niños por aula. La gama de funciones que competen a este tipo de instituciones es: social, pedagógica y de interrelación hogar-escuela.

Al niño normal su visión le permite adquirir una gran cantidad de experiencias, en cambio el niño ciego está limitado, por lo cual escuela y hogar deben asumir la función de estimular con la mayor cantidad de información posible al niño. Por lo tanto, la interrelación hogar - centro de integración - escuela básica o jardín es fundamental.

Hay padres que limitan al niño:
Padres sobreprotectores. Desconocen y temen, no confían en las posibilidades de su hijo. Entregan todo hecho al niño, no le enseñan por ejemplo a preparar su merienda, no le entregan trabajos en el hogar, les resuelven ellos las tareas, etc. lo que más les cuesta a estos papás es vencer el tabú del "no toques".

Padres en duelo. Su depresión frente a la discapacidad del niño no ayuda en nada a éste. Todo lo contrario, genera culpabilidad y baja autoestima, desvaloroización en el menor.

Padres que abandonan. Sólo cubren las necesidades materiales del niño o niña, lo cual no basta para el desarrollo integral del menor, incluyendo el aspecto afectivo y su requerimiento de "imagen paterna y materna".

Padres que niegan las limitaciones. Conciben el "super-ciego", dañan a su hijo emocionalmente, quien se siente obligado a hacer cosas que no siente.

Los padres adecuados son aquellos que aceptan que el niño tiene sus limitaciones, derivadas de la ceguera, pero que también posee muchas posibilidades, con una educación apropiada, no sobrevalorando ni infravalorando a su hijo.


Es conveniente que los papás participen en el proceso educativo mediante:

  1. Charlas a padres más jóvenes
  2. Asistencia a talleres y conferencias de profesionales
  3. Aprendizaje del Sistema Braille, el Ábaco y otras técnicas instrumentales
  4. Confección de material en relieve, tridimensional, sonoro, etc. para sus hijos y otros niños

1 comentario:

Yerkobits dijo...

- Me llena el alma ver que hay personas preocupadas de quienes se les hace más dificultoso el aprendizaje.
- En esta "sociedad darwinista" donde sobrevive el más fuerte, es bueno saber que algunos todavía creen que la incapacidad física no es un pretexto para la incapacidad intelectual.

- Continúe dando sus monografías en el blog. Tienen un sólido contenido.


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