CARTA A UNA EDUCADORA (1)


Consulta:
Lunes 20 de diciembre de 2010.

Estimado Iván Tapia:
Hoy he visitado tu blog y me parece muy interesante, te escribo de la séptima región de la desbastada ciudad de Constitución, soy educadora Diferencial de la Universidad de Concepción con especialidad en Deficiencia Mental, nunca he trabajado con ciegos ( si con sordos) por lo que desconozco la metodología y estrategias de aprendizaje para su apoyo pedagógico.
Yo trabajo en una escuela Municipal y mi esposo en un colegio de educación media particular, al cuál llegará una alumna ciega en el 2011 a Primer año Medio que viene de Santiago, el colegio y colegas me han pedido apoyo, ya que no cuentan con educadora diferencial especialista el ciegos.
Mi idea es presentar algo de información y orientaciones para la integración de la alumna, ya que existe un porcentaje de profesores que se resiste al tema de la integración y otros muy motivados a trabajar con ella.
La alumna ha estado integrada siempre, sabe leer y utiliza su computador personal para las clases, y sus padres son muy apoyadores en su aprendizaje.
Me gustaría recibir sugerencias.
Gracias

Makarena Torrejón Oñate

Educadora Diferencial- Básica
makatorrejon80@gmail.com



Respuesta:
Estimada Makarena Torrejón Oñate:
¡Felicitaciones a usted y establecimiento por aceptar el desafío de recibir en su establecimiento una alumna ciega!

Así es, y me refiero a esta jovencita, que usted describe como una alumna que “ha estado integrada siempre, sabe leer y utiliza su computador personal para las clases”, como “ciega” porque esa es su realidad. Es lo primero que todos necesitan aprender. No es necesario utilizar eufemismos como invidente, no-vidente –ya sabemos lo que significa ser vidente en nuestra cultura-, menos términos degradantes como “cieguita”. Los que vemos somos normovisuales, quienes están privados de la vista son ciegos. De hecho, ellos lo aceptan y nombran a sus instituciones como “Asociación de Ciegos”, “Escuela de Ciegos”, “Centro de Rehabilitación de Ciegos”, etc. Hay una institución española muy conocida a nivel mundial, cuyo nombre es Organización Nacional de Ciegos Españoles, ONCE. Por lo tanto no tengan temor de preguntar: ¿Desde cuándo eres ciega? ¿Cómo has vivido la ceguera? ¿Qué opinan tus amigos acerca de que tú eres ciega? O decirle a los profesores y alumnos: Hemos recibido a una alumna con una característica particular, como todos tenemos condiciones distintas, ella es ciega.

A propósito del lenguaje, porque siempre es muy importante como hablamos ya que refleja nuestro pensamiento, tampoco debemos preocuparnos de utilizar un “lenguaje visual”, es decir que alude al mundo de imágenes en que nos movemos diariamente. Palabras como “mira que bonito este vestido”; “te queda muy lindo ese color”; “hace tiempo que no nos vemos”; “¡hasta la vista!”. No piense que está ofendiendo porque hace alusión a aspectos visuales. Las personas ciegas no viven en un mundo distinto al nuestro, sino que están integradas al mismo planeta en que vivimos los normovisuales. Cuando usted diga “mira que bonito esto”, de inmediato debe acercar ese objeto a sus manos, porque la manera de ver de una persona ciega es tocando, palpando, sintiendo con las yemas de sus dedos las texturas, el material, el peso y todas sus características táctiles. Si le dice que le va muy bien un color de ropa, le estará dando, además de apoyo afectivo, un excelente dato para su vestuario. No se sienta mal de decirle “hace tiempo que no nos vemos”; ella lo interpretará exactamente como “hace tiempo que no nos encontrábamos” Por lo tanto un “¡hasta la vista!” será para ella lo más normal del mundo.

Puede suceder que la alumna haga bromas sobre su falta de visión, cosa que está dentro de la necesaria aceptación del déficit. Pero también se puede dar el otro extremo y es que compañeros de estudio le gasten bromas a propósito de su ceguera. No es conveniente ir en inmediata “ayuda” de la alumna, sino más bien permitir que ella desarrolle las conductas adaptativas a un medio social que no siempre es acogedor.

En este punto nos encontramos con actitudes internas que debemos revisar dentro de nosotros, como profesores. Básicamente hay tres formas de enfrentar esta y otras discapacidades: la aceptación, el rechazo o la protección. También puede existir indiferencia. Aceptación es la asimilación de que una persona ciega es antes que nada una persona como cualquiera, pero que no ve y tiene una historia de vida a partir de esa característica. El rechazo podemos detectarlo cuando alguien dice “no puedo acercarme a alguien ciego porque me da una pena tan grande”. La protección en verdad es una forma de rechazo, protegemos a alguien que consideramos indefenso, incapaz, necesitado de ayuda pues solo nada podrá hacer por sí mismo. Como maestros necesitamos superar cualquier tipo de rechazo y sobreprotección, sin irnos, por cierto, al extremo de una rigidez y exigencia más allá de las posibilidades de la persona ciega. La alumna ciega debe recibir toda la ayuda que realmente necesita y no todo tipo de beneficio por el hecho de ser ciega. En ese caso le estaríamos haciendo un flaco favor a su desarrollo personal y académico.

Entonces necesitamos conocer cuáles son las verdaderas dificultades que entraña la ceguera en el aspecto pedagógico. El desarrollo familiar y el crecimiento psicológico y espiritual, la escuela o liceo podrá buscarlo, en caso de no contar con los profesionales pertinentes, en un buen programa de orientación familiar y psicológica que brinde alguna organización de la comunidad. Pero los aspectos netamente educativos no podremos eludirlos, por tanto en mi próxima carta me avocaré a ello.

Esperando le sea de utilidad esta información previa, le saluda atentamente,

Iván Tapia Contardo
Especialista en Educación de Ciegos (U.Ch.)

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