Andrea Tacchi, estudiante
de Diseño Industrial de la Universidad Mayor de Santiago se interesa en potenciar
el acercamiento tanto al arte, como a la escultura, entornos arquitectónicos,
patrimonio histórico y ciencias naturales. Desea generar una experiencia
validada por los sentidos y consulta: 1) ¿Qué o cuál es el contenido que
impacta a las personas con discapacidad visual? 2) ¿Qué es lo que una persona
ciega busca de un contexto o fuente cultural? 3) ¿Qué es lo que les hace
sentido o les es relevante? (entendiendo que cada persona tiene diferentes intereses
claramente)
uienes pueden dar una mejor respuesta a esta consulta son
las personas ciegas, potenciales usuarios de museos y centros culturales. Es necesario
realizar una investigación que ausculte en forma objetiva los intereses
culturales de las personas con discapacidad visual; el tipo de información
que más les agrada y la forma más adecuada de entregarla (museografía
adaptada).
Para tener una visión objetiva de este problema habría que
elaborar una encuesta para ser respondida por usuarios ciegos de diferentes
edades; y, antes de aplicarla en instituciones de y para ciegos, someterla a
juicio de expertos (especialistas en ciegos, encargados de museos y académicos
de metodología de la investigación). Sin embargo, intentaremos responder las
preguntas de Andrea, en base a nuestra experiencia y conocimiento de la ceguera.
1) ¿Qué o cuál es el contenido que impacta a las personas con discapacidad
visual?
Lo que a una persona ciega le impresionará más será aquello que está
lejos de sus percepciones posibles, algo que jamás podría tocar en su totalidad
y de lo que mucha gente habla y ella queda desinformada.
Despierta su curiosidad la forma de un barco acorazado, un submarino
nuclear, un satélite artificial o la estación espacial, si se trata de
elementos tecnológicos. Es cierto que puede haber buenas reproducciones de ellos
en el comercio, pero no todos tienen las posibilidades económicas para acceder
a estos.
Hay que pensar también en los grandes animales actuales como en los
prehistóricos, además de la gran variedad de especies de aire, mar y tierra. Al
preparar una muestra de ese tipo habrá que considerar olores, sonidos, texturas
y consistencia del material, aparte de las formas. Lo tridimensional será
siempre preferible a la reproducción en relieve, que es de muy difícil, si no
imposible, comprensión por parte del ciego.
Totalmente ajeno a las posibilidades de la persona ciega están las Artes
Visuales, si no cuenta con medios que hagan de puente para su conocimiento.
¿Cómo podrá disfrutar o, al menos tener un conocimiento verbal, de “Las
Meninas” de Velásquez o la “Guernica” de Picasso, si no se pone a su
disposición reproducciones escultóricas, acciones dramáticas con participación
del espectador ciego o grabaciones expliocando esas obras?
Cabe mencionar, también, el propio interior del cuerpo humano. Los normovisuales,
aunque no seamos cirujanos o tanatólogos, vemos en películas y noticieros de
televisión, como en libros y revistas, dibujos y fotografías clarísimas de las
vísceras y sistemas del cuerpo; en cambio para las personas con discapacidad
visual esto es imposible. En salas para ciegos y museos tiflológicos debiera
haber reproducciones muy bien hechas del cuerpo humano, con explicaciones
sonoras e impresas en braille.
En conclusión, lo que a cualquier persona ciega, de nacimiento o
adquirida, siempre impactará es aquello que considera imposible de tocar y
comprender.
2) ¿Qué es lo que una persona ciega busca de un contexto o fuente cultural?
La persona ciega, tan limitada en la adquisición de cultura, por vivir en
un contexto social que privilegia la visualidad y carece de la sensibilidad y
voluntad para incluir al que es diferente; al acudir a medios de difusión de la
cultura (museos, salas de arte, centros culturales, teatros, etc.) busca el
conocimiento y el disfrute de las expresiones culturales, y del mundo social y
natural.
Ella está ávida de conocimientos y muchas veces los adquiere por medio de
la lectura de publicaciones periódicas en braille y sonoras que editan diversas
organizaciones mundiales, pero a ese conocimiento teórico es necesario añadir
la experiencia. Una museografía inclusiva debe considerar a las personas con
discapacidad visual y ofrecer, más que objetos adaptados para ser palpados
manualmente, una serie de experiencias multisensoriales que amplien su acervo
cultural y conocimiento del mundo.
En cierto modo se precisa para los ciegos un museo interactivo. A veces
las personas ciegas de nacimiento caen en lo que se ha dado en llamar
“verbalismo”, que es hablar sobre cosas que no se conocen, en forma desmedida y
sin tener una experiencia real. La Educación de Ciegos debiera brindar, más que
contenidos teóricos, experiencias enriquecedoras en términos auditivos,
tactiles, hápticos, gustativos, olfativos, kinestésicos y también cognitivos.
El museo, el municipio, los centros sociales, las iglesias, y todas aquellas
entidades que hacen cultura, deberían considerar estos aspectos en la relación
con sus usuarios ciegos. Éstos anhelan acceder a experiencias que les hagan
crecer en cultura.
3) ¿Qué es lo que les hace sentido o les es relevante? (entendiendo que cada
persona tiene diferentes intereses claramente)
Hay una gran diversidad de intereses entre las personas ciegas, que van
desde el deporte hasta las artes, pasando por las ciencias y los idiomas. No se
puede calificar a “los ciegos” como un grupo de intereses, capacidades y
habilidades homogeneas. Son tan diversas sus inclinaciones como entre las
personas con vista (normovisuales). Suelen disfrutar de la música y la lectura,
pero si se les brinda oportunidades de practicar un deporte o acceder a las
ciencias, pueden hacerlo perfectamente, haciendo uso de sus capacidades
remanentes.
Los mecanismos compensatorios que utiliza la persona que adquiere la
ceguera, sea por enfermedad o accidente, son: a) la memoria –suelen recordar
una gran cantidad de información, sin necesidad de utilizar medios escritos o
mecánicos-; b) la audición, por ser el sentido que sigue a la visión en
importancia para el cerebro humano, pasa a ser el principal de los ciegos; c)
el tacto, que les brinda la oportunidad de conocer y reconocer personas y
objetos; d) el olfato, sentido anticipatorio –un poco equiparable a la vista-
que permite el reconocimiento de personas, lugares y cosas, a distancia; e) la
percepción de obstáculos en el desplazamiento –producto del tacto de todo el
cuerpo que detecta la presión que ejercen algunas cosas del medio sobre la
piel-; f) el gusto, como forma de discriminación de alimentos. Los sentidos
vicariantes nombrados, reemplazan la función visual y aportan la información
que la persona ciega requiere del medio.
Todo lo dicho ha de ser considerado en la planificación de un proyecto
museográfico inclusivo. Las rutas de desplazamiento, las indicaciones táctiles
y auditivas, la ambientación coherente con el objeto exhibido, catálogos sonoros
y apoyo humano de guías capacitados, son aspectos muy importantes en la
planificación de una muestra dinámica para ser disfrutada de un modo no-visual.
Otros asuntos interesantes son la existencia de artistas visuales ciegos
(pintores que quedaron ciegos y no desean dejar su arte; ciegos que quieren
comunicar visualmente sus expresuiones artísticas) y de artistas normovisuales
que hacen obras para ser tocadas o experimentadas con otros sentidos (arte
conceptual, matérico, experimental, etc.)
Mas que pensar en lo que a ellos les hace sentido o es relevante, debemos
abrir el mundo de la cultura de par en par para ellos. Mientras no conozcan
todas las posibilidades del universo cultural, están limitados en su elección.
Quizás no es que los ciegos gusten tanto de la música y la lectura, sino que la
sociedad los ha relegado a esa actividad por considerar que no son capaces de
algo más. La discapacidad está en gran medida en nosotros, los normovisuales.
Iván Tapia Contardo
Especialista en Educación de Ciegos (U.Ch.)