GRADOS DE INTEGRACIÓN.



 
 
Soder (1984) definió los distintos grados que se podían dar de integración, de la siguiente manera:

a) Integración física.

La actuación educativa se lleva a cabo en centros de Educación Especial construidos junto a centros ordinarios, pero con una organización segregada; de esta manera se comparten espacios comunes, como el patio o los comedores.

b) Integración funcional.

Se considera que esta se articula en tres niveles de menor a mayor integración funcional:

  • Utilización de los mismos recursos por parte de los alumnos deficientes y los alumnos de centros ordinarios, pero en momentos diferentes.
  • Utilización simultánea de los recursos por parte de los dos grupos.
  • Utilización de algunas instalaciones comunes, simultáneamente y con objetivos educativos comunes.

c) Integración social.

Supone la inclusión individual de un alumno considerado deficiente en un grupo-clase ordinario, sería la única forma verdadera de integración, según algunos.

d) Integración a la comunidad.

Es la continuación, durante la juventud y vida adulta, de la integración educativa o escolar.

En la actualidad esta clasificación no tiene mucha razón de ser. La integración educativa es una y de da cuando el niño con necesidades educativas especiales participa de un modelo educativo único y general, que contempla las diferencias y se adapta a las características de cada alumno, al margen de que comparta espacios comunes, que es algo fundamenta, pero no suficiente. Puede ocurrir que niños ubicados a tiempo toral en aulas ordinarias estén totalmente desintegrados porque no se les presta atención, porque no participan de las tareas del resto del grupo, en definitiva porque están marginados dentro de la misma aula.

En ese mismo sentido también humos de otros tipos de clasificaciones como: la integración total, parcial, combinada... Lo que realmente existe es un abanico amplio de modalidades de integración que contempla distintas ubicaciones y situaciones, todo ello con un carácter relativo y flexible y dentro de un sistema educativo general y común para todos.

El movimiento actual de integración educativa ha venido a cuestionar el sistema educativo mexicano. Pensar en el derecho a la educación de los niños con discapacidad en las escuelas regulares, pone en tela de juicio muchos elementos; los criterios de evaluación, los contenidos del currículum, la formación del docente, la vinculación con los padres de familia, el trabajo interdisciplinario y muchos otros asuntos de carácter moral y ético que deben ser cuestionados y transformados cuando se pretende dar vigencia al derecho de educación para todos, sin discriminación de razas, sexo, características físicas o psicológicas.
El asunto de la integración es fácilmente usado en términos de la razón que asiste a quienes la defienden; pero, cuando se entra al plano de su operación, surgen dudas, temores, limitaciones e intereses que competen tanto al ámbito institucional como al personal.

Es entonces cuando se deja en manos del maestro la decisión de aceptar o no en su aula a los alumnos con discapacidad, pues aun cuando los lineamientos oficiales apoyan el proceso de integración, ni las condiciones físicas, ni los recursos, ni los procesos administrativos de organización y vinculación con la comunidad, son congruentes o adecuados para que pueda darse ese proceso.

Es necesario que el profesor y los profesionales involucrados e interesados en que se ofrezca mejores oportunidades a los niños con discapacidad, entiendan que la integración no solo requiere un cambio en las leyes y los documentos formales que regulan la educación en nuestro país. Es indispensable también un cambio en la actitud de los profesores que los comprometa personal y profesionalmente a luchar por mejorar las ese proceso.

Así mismo debemos exigir a los administradores administrativos que asuman este compromiso. Para que el profesor se involucre en el proceso, tiene que analizar sus actitudes y concepciones con respecto a la integración, lo que abarca este concepto y sus implicaciones en la vida de las personas con discapacidad.

La integración no debe verse como una moda, ni como una imposición gubernamental, ni como una cuestión de conciencia social sino como un proceso que deberá formar parte de una cultura de la discapacidad que empieza, apenas, a constituirse.

Una de las metas de la integración educativa es que las personas con necesidades educativas especiales lleguen a vivir una vida plena y productiva, en la que participen como miembros activos de la sociedad a la que pertenecen. La inclusión de los niños con discapacidad en escuelas regulares tradicionales representa un importante reto en el que deben participar grupos de trabajos multidisciplinarios que hagan posible la atención de estos niños dentro de las aulas.

Muchos padres al intentar matricular a sus hijos en escuelas tradicionales, se encuentran frecuentemente, con el rechazo y la negativa de las autoridades al recibir al niño en las escuelas. Algunas escuelas tradicionales reciben niños en grupos integrados o en los llamados "grupos técnicos", a los que asisten chicos con diversas discapacidades y que son atendidos por profesionales especializados en sus necesidades especificas y se integran a los grupos regulares en otras actividades, según las capacidades de cada niño.

La integración es una necesidad, es una cuestión de conciencia social. Es romper las barreras de la diferencia, la segregación y el rechazo que han padecido durante mucho tiempo las personas con discapacidad pero también la integración es un proceso difícil que implica, sobretodo, un cambio de actitudes, una nueva postura ante la vida; es una filosofía, una práctica educativa que puede lograrse con buena voluntad y el esfuerzo de muchas personas que conformen equipos multidisciplinarios de apoyo.

 

No hay comentarios.:

PSICÓLOGOS CIEGOS

  Algunos cybernautas tienen interés en saber si una persona con alguna discapacidad visual puede ejercer como psicólogoo/a. Les dejam dejam...