“Discapacidad
Visual V”
Marta Sarria
Los niños y niñas visualmente
impedidos tienen las mismas necesidades sexuales, impulsos, potenciales de
interacción y deseos que los normovisuales;
pero están privados de aprender de las diferencias de género y de las conductas sexuales,
acorde a la sociedad y cultura que los rodea. La educación sexual comienza
desde que el niño nace, ya que el niño/a está constantemente explorando de modo
táctil, especialmente con la boca en sus primeros meses de vida.
El niño/a debe tener claramente
interiorizada la identidad de su propio género. Es lo básico que el niño debe
saber de su esquema corporal. Éste permanece fijo a través de toda la vida,
aunque sufre cambios en la pubertad hasta convertirse en un adulto.
En la adolescencia comienza la
curiosidad objetiva y subjetiva sobre el sexo y la sexualidad; es la edad más
difícil para estos niños/as ya que se inicia una serie de cambios físicos y
emocionales. Sobre todo hace preguntas sobre esos cambios en el desarrollo de
su propio cuerpo y el de los demás. Además tienen la preocupación de la aceptación
social por el sexo contrario. Es aquí donde empiezan sus experiencias sexuales
y la masturbación, pues así aprenden de la sexualidad, a través de la exploración
de su cuerpo y las sensaciones que experimentan. Esta etapa es igual a la de los
adolescentes normovisuales.
La edad adulta solo será exitosa si sus
padres realizan un buen trabajo desde la niñez, de estructuración del entorno y
como han ayudado al niño en su funcionamiento biológico, facilitando la
aceptación y el uso de su sexo para su auto identidad y relaciones sociales. Si
no realizaron esta labor tendrán un adulto sin confianza en sí mismo y sin
interacción con otras personas. Al no estar preparado necesitará de educación
sexual y apoyo en las relaciones interpersonales.
Resumen
elaborado por Patricia Alejandra Acevedo Jiménez, alumna Carrera
Asistente Técnico en Educación Diferencial, Instituto Helen Keller.
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